Taller de Serigrafía Instantánea
Sacar el oficio a la calle
Entrevista a César Vallejos
Entrevista por Equipo Anagénesis
Fotografías por Tamara Kramarenco
Publicado originalmente en Revista Anagénesis N.8, 2014.
Trabajar como colectividad, de manera horizontal y autogestionada puede ser difícil, pero no imposible. El Taller de Serigrafía Instantánea lo logra de la mano de sus convicciones y una gran metodología de trabajo, que siempre ha estado ligado a la lucha social a través de sus talleres, estampados y brigadas de propaganda. El derecho a la educación y la causa cletera son sólo algunas de las motivaciones que los llevan a estampar, en medio de marchas y gestiones culturales. César Vallejos es uno de sus integrantes y fundadores, uno de los que día a día se para en la calle, sin temor al guanaco ni al gas lacrimógeno a gritar con voz en tinta para que la lucha continúe.
¿Qué es y cómo surge el Taller de Serigrafía Instantánea?
El taller parte en la Escuela de Diseño de la UTEM, donde se me ocurrió enseñar la técnica serigráfica que aprendí de Mono González en un taller de gráfica popular. En la Semana de Diseño es un clásico hacer talleres, así que aprovechamos con más compañeros que se unieron. En un primer ciclo, el año 2009, fueron más de 350 personas a las clases, así que empezamos a hacerlos más seguido, quincenalmente, y luego se nos ocurrió salir a la calle a mostrar el trabajo para que fuera itinerante. Nos dimos cuenta que nuestro método de promoción debía ser salir a la calle y volver a popularizar este oficio, con eso descubrimos que teníamos muy buena recepción de la gente y a la vez lográbamos la misión de intervenir el espacio público.
¿Cómo se han organizado y han avanzado en este tiempo?
Somos un colectivo que lo conforman 12 personas en este momento, la mayoría diseñadores y gente común, estudiantes de periodismo, arte, veterinaria, sociólogos, fotógrafos, es una mezcla. Y en conjunto ya hemos hecho más de 100 talleres: el taller de serigrafía instantánea, que es una técnica bien artesanal; el taller de serigrafía fotograbada, que es la técnica tradicional; y el taller de serigrafía y propaganda, nuestro taller más nuevo y más completo, que busca la formación de brigadas de propaganda. También hacemos intervenciones en la calle, ya sea estampando poleras o pegando afiches. Desde que empezamos van más de 15 mil estampados por aporte voluntario, y han asistido más de 3 mil personas a nuestros talleres. Con el afán de descentralizar este conocimiento ya recorrimos Chile y hemos ido a Argentina y Bolivia.
¿Han encontrado dificultades en el camino?
Al principio nos tuvimos que enfrentar a todos los ideólogos del anarquismo chilensis que consideraban que, al enseñar una técnica de carácter popular, no debíamos pedir una adhesión. Lo cual para nosotros es un contrasentido porque somos autogestionados y dependemos de la voluntad de la gente. Ese fue el primer obstáculo, que después se vio enterrado porque el trabajo se sobrepuso. El resto han sido sólo cosas buenas y aberturas de caminos, nos hemos encontrado y vinculado con muchas organizaciones amigas en el trabajo colectivo, y con instituciones como la Universidad de Chile, Londres 38, Museo de Salvador Allende y así, suma y sigue. Otro tema, que sin duda es una dificultad pero no nos quejamos, es el tiempo que le dedicamos al taller, que va de lunes a lunes y no hay posibilidades de descanso, principalmente por el tema del financiamiento. Hay que parar la olla día a día, y como es poco el ingreso hay que trabajar siempre.
¿Y este tema del financiamiento cómo lo han enfrentado?
Hemos tenido que ramificar nuestro trabajo, la falta de financiamiento te hace despertar el ingenio, lo que implica que estás tratando siempre de renovarte y plantear propuestas nuevas para la gente. Esto pasó de ser un taller a un colectivo de propaganda. Hemos tenido que ir descubriendo nuevas vetas de trabajo, y con eso algunos han tenido que salirse del taller para trabajar en otras cosas. Otros, que aún tenemos la fuerza, la convicción y el aguante para comérsela todos los días, nos quedamos. Porque puede que de 30 días sólo 10 te entren plata, y tengas que mamarte menos del sueldo mínimo, pero se da el aguante. Por mis deudas universitarias tuve que buscar trabajos paralelos, siempre relacionados con la serigrafía eso sí. He rechazado hartas pegas porque intento estar lo máximo en el taller.
Con todo esto ¿Por qué autogestionarse?
El tema de la autogestión se da por una cuestión natural, porque nos gusta ser autónomos, que nadie edite nuestro contenido y no depender. También permite la horizontalidad dentro de una organización, postura política que hemos tenido siempre. Acá se comparten las miserias y las riquezas, tratamos de ser una familia, lo que nos permite conocernos como personas y romper el paradigma del trabajo común, del sistema laboral impuesto hace décadas, tanto en rutinas como en toma de decisiones. Hay ciertos roles en la colectividad pero se decide de manera horizontal.
¿Entonces sí existe más libertad al trabajar de forma autogestionada?
La independencia de contenido es un tema, porque hay cuestiones valóricas de por medio, en las clases mismas o en los talleres de propaganda. Por lo mismo, no nos veo funcionando de otra forma. Se sufre y se trabaja más, pero finalmente es más satisfactorio, porque te estás sacando la cresta por el proyecto y no por la empresa de otro, eso es lo que nos mantiene en esta postura.
¿Van de la mano los fondos y la autogestión?
Sobre los fondos tuvimos mucha discusión ideológica en el colectivo, somos hartos y nos mareamos un poco, pero siempre los vemos como una herramienta más, no como un fin en sí mismo. No le vemos el pecado, es plata obtenida del pago de impuestos de todos nosotros, no creo que los fondos sean contrarios a la autogestión, de hecho conozco muchos proyectos autogestionados que los utilizan.
¿Y no te podrían limitar? ¿Hacer perder autonomía en contenido y/o forma?
Podrían, de hecho nos dijeron que si postulamos al Fondart no vamos a quedar. Aún así creo que hay que darle vuelta la mano a esa burocracia, al final del día el papel aguanta… pero nadie se va a ir a meter a tu clase.
¿Qué diferencias ves entre un proyecto autogestionado y uno que no lo es?
Tiene que ver con la perspectiva del contenido, el tema valórico, la visión y misión de la organización. Si lo hablas desde el punto de vista popular, la mayoría de las organizaciones autogestionadas están ligadas a ese mundo, y se diferencian mucho con otras que, si bien pueden ser autogestionadas o independientes, funcionan para el mercado. Tengo amigos autogestionados, son independientes y autónomos, pero responden a clientes y al mismo mercado, sus trabajos son un perno más de la maquinaria. La perspectiva de la autogestión es mucho más amplia, menos reduccionista, va ligada al contenido, a la independencia y a lo popular.
¿Cuál crees que es su rol como colectivo?
Tratamos de dar una herramienta de reproducción autónoma a la gente, como lo es la serigrafía, un oficio de carácter popular que se perdió por mucho tiempo, que se encerró entre cuatro paredes y perdió su rol social. Descubrimos que la serigrafía le permite a la gente autogestionar, literalmente, sus propias impresiones, por eso tratamos de hacer talleres ultra masivos y bien seguidos. Tenemos que pisarle los talones a la hegemonía comunicacional, con el tiempo nos hemos intentado conformar como un taller propagandístico y notamos que los movimientos sociales tienen demasiado déficit en términos de propaganda, se da la volá autogestionada pero falta conocimiento en torno al comunicar, y queremos mejorar eso.
¿Sienten responsabilidad como comunicadores?
Como comunicadores estamos tratando de aportar a que esto mejore, que se enaltezcan los movimientos sociales mediante la gráfica. La propaganda sociopolítica tuvo mucho auge en la Primera Guerra Mundial, la Guerra Fría y en Vietnam, por ejemplo, entonces esto es para recuperar la capacidad de protesta, de proclamaciones mediante la propaganda. Eso es lo que estamos tratando de dar a la gente, el oficio con un contenido social.
¿Y cómo aterrizarlo en el contexto sociopolítico actual? ¿En qué terrenos se meten?
En varios terrenos. Por un lado, tratando de ocupar los espacios públicos como si fueran el patio de nuestra casa, marcando una postura política hacia el espacio común, el que todos compartimos y donde todos caben. El otro ámbito es lo logrado con movimientos sociales emergentes, que afortunadamente tienen muchas ganas de decir cosas, como los estudiantes, sindicatos, organizaciones ecologistas y animalistas. Nos movemos bastante en el ámbito académico, consideramos que no podemos negarle lo que aprendimos en la universidad, a la que tuvimos el privilegio de ir, a quien no haya podido llegar. Con el tema propagandístico, estamos tratando de ligarnos a colectivos similares a nosotros, para poder apoyarnos y no avanzar solos. Queremos vincularnos con más comunicadores, más ilustradores, más diseñadores para hacer de esto un gran movimiento.
¿Y cómo puede llegar este movimiento donde no hay tanto ruido social?
Creo que el tema expresivo de la serigrafía te permite llegar a todo tipo de público. Sin embargo, se hace muy homogénea la audiencia a la que se llega, la gente que nos encontramos en las marchas y los alumnos de los talleres son similares, por eso creemos que es la hora de despertar conciencias. Hemos estampado en lugares donde se supone no hay revuelta social, como el Montecarmelo de Providencia o Lollapalooza, donde nos encontramos con un público mucho más apático pero que finalmente igual se interesó. Les llevamos nuestra propuesta de la misma manera de siempre, incluido el aporte voluntario, para que conozcan esa postura política. Ha costado y seguirá costando, pero tenemos la plena conciencia de no querer llegar siempre al mismo publico objetivo, del que te palmotea la espalda y te felicita.
¿Cómo responde el diseño al contenido propagandístico?
En la parte gráfica estamos tratando de ampliarnos. Nuestros diseños tienen generalmente frases apoyando, ensalzando, sin hacer una contrapropaganda de ataque. Creo que por eso el taller ha tenido mucha aceptación, porque cuando la gente ve el afiche se interesa primero por la gráfica y después por el contenido, que no es violento. Eso comunicacionalmente ha servido, tenemos diseños por la educación que levantan el movimiento, y no es que deje de ser un frente de ataque comunicacional, sino que eso ya está probado, ya está hecho, necesitamos que la gente empatice de nuevo con las causas para debatir, discutir y escuchar posturas. En la protesta de exigir el derecho a la educación hay alegría, en ser un joven combatiente también hay alegría. Hay amor, convicción y pasión.
Se trata de empatizar y tratar de romper con el negocio común por la convicción. Nos hacemos mierda, no tenemos previsión de salud y no nos importa. Nos interesa vencer al capitalismo con sus paradigmas y valores que persisten en la sociedad. Nos interesa que esto siga para delante.
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